1.12.11

OBSERVACIÓN DE SÍ MISMO
La Ciencia de la Auto-Observación Íntima

Textos del V.M. Samael Aun Weor



«SÓLO MEDIANTE LA AUTO-OBSERVACIÓN
ES POSIBLE EL AUTO-DESCUBRIMIENTO.
EN TODO AUTO-DESCUBRIMIENTO EXISTE AUTO-REVELACIÓN»

(Textos extractados del libro “Tratado de Psicología Revolucionaria”)

Observar y observarse a sí mismo son dos cosas completamente diferentes, sin embargo, ambas exigen atención.

En la observación la atención es orientada hacia afuera, hacia el mundo exterior, a través de las ventanas de los sentidos.

En la auto-observación de sí mismo, la atención es orientada hacia dentro y para ello los sentidos de percepción externa no sirven, motivo éste más que suficiente como para que sea difícil al neófito la observación de sus procesos psicológicos íntimos.

El punto de partida de la ciencia oficial en su lado práctico, es lo observable. El punto de partida del trabajo sobre sí mismo, es la auto-observación, lo auto-observable.

Incuestionablemente estos dos puntos de partida renglones arriba citados, nos llevan a direcciones completamente diferentes.

Podría alguien envejecer enfrascado entre los dogmas transigentes de la ciencia oficial, estudiando fenómenos externos, observando células, átomos, moléculas, soles, estrellas, cometas, etc., sin experimentar dentro de sí mismo ningún cambio radical.

La clase de conocimiento que transforma interiormente a alguien, jamás podría lograrse mediante la observación externa.

El verdadero conocimiento que realmente puede originar en nosotros un cambio interior fundamental tiene por basamento la auto-observación directa de sí mismo.

La observación es un medio para modificar las condiciones mecánicas del mundo. La auto-observación interior es un medio para cambiar íntimamente.

Como secuencia o corolario de todo esto, podemos y debemos afirmar en forma enfática, que existen dos clases de conocimiento, el externo y el interno y que a menos que tengamos en si mismos el centro magnético que pueda diferenciar las calidades del conocimiento, esta mezcla de los dos planos u órdenes de ideas podrían llevarnos a la confusión.

Sublimes doctrinas seudo-esotéricas con marcado cientificismo de fondo, pertenecen al terreno de lo observable, sin embargo son aceptadas por muchos aspirantes como conocimiento interno.

Nos encontramos pues ante dos mundos, el exterior y el interior. El primero de estos es percibido por los sentidos de percepción externa; el segundo sólo puede ser perceptible mediante el sentido de auto-observación interna.

Pensamientos, ideas, emociones, anhelos, esperanzas, desengaños, etc., son interiores, invisibles para los sentidos ordinarios, comunes y corrientes y sin embargo son para nosotros más reales que la mesa del comedor o los sillones de la sala.

Ciertamente nosotros vivimos más en nuestro mundo interior que en el exterior; esto es irrefutable, irrebatible.

En nuestros Mundos Internos, en nuestro mundo secreto, amamos, deseamos, sospechamos, bendecimos, maldecimos, anhelamos, sufrimos, gozamos, somos defraudados, premiados, etc., etc., etc.

Incuestionablemente los dos mundos, interno y externo, son verificables experimentalmente.

El mundo exterior es lo observable. El mundo interior es lo auto-observable en sí mismo y dentro de sí mismo, aquí y ahora.

Quien de verdad quiera conocer los "Mundos Internos" del planeta Tierra o del Sistema Solar o de la Galaxia en que vivimos, debe conocer previamente su mundo íntimo, su vida interior, particular, sus propios "Mundos Internos". "Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses".

Cuanto más se explore este mundo interior llamado "uno mismo", tanto mas comprenderá que vive simultáneamente en dos mundos, en dos realidades, en dos ámbitos, el exterior y el interior.

Del mismo modo que a uno le es indispensable aprender a caminar en el mundo exterior, para no caer en un precipicio, no extraviarse en las calles de la ciudad, seleccionar sus amistades, no asociarse con perversos, no comer veneno, etc., así también mediante el trabajo psicológico sobre si mismo, aprendamos a caminar en el mundo interior el cual es explorable mediante la auto-observación de sí.

Realmente el sentido de auto-observación de sí mismo se encuentra atrofiado en la raza humana decadente de esta época tenebrosa en que vivimos.

A medida que nosotros perseveramos en la auto-observación de sí mismos, el sentido de auto-observación íntima se irá desarrollando progresivamente.

La Auto-Observación íntima de sí mismo es un medio práctico para lograr una transformación radical.

Conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la observación de sí, con el conocer. Se conoce que estamos sentados en una silla en una sala, más esto no significa que estemos observando la silla.

Conocemos que en un instante dado nos encontramos en un estado negativo, tal vez con algún problema o preocupados por este o aquel asunto o en estado de desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no significa que lo estemos observando.

¿Siente usted antipatía por alguien? ¿Le cae mal cierta persona? ¿Por qué? Ud. dirá que conoce a esa persona… ¡Por favor!, obsérvela, conocer nunca es observar; no confunda el conocer con el observar.

La observación de sí que es un ciento por ciento activa, es un medio de cambio de sí, mientras el conocer, que es pasivo, no lo es.

Ciertamente conocer no es un acto de atención. La atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro interior, si es algo positivo, activo.

En el caso de una persona a quien se tiene antipatía así porque si, porque nos viene en gana y muchas veces sin motivo alguno, uno advierte la multitud de pensamientos que se acumulan en la mente, el grupo de voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis, etc.

Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que interiormente estamos tratando muy mal a la persona a quien tenemos antipatía.

Mas para ver todo esto se necesita incuestionablemente de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no de una atención pasiva.

La atención dinámica proviene realmente del lado observante, mientras los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado.

Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo completamente pasivo y mecánico, en contraste evidente con la observación de sí que es un acto consciente.

No queremos con esto decir que no exista la observación mecánica de sí, más tal tipo de observación nada tiene que ver con la auto-observación psicológica a que nos estamos refiriendo.

Pensar y observar resultan también muy diferentes.

Cualquier sujeto puede darse el lujo de pensar sobre sí mismo todo lo que quiera, pero esto no quiere decir que se este observando realmente.

Necesitamos ver a los distintos "yoes" en acción, descubrirlos en nuestra psiquis, comprender que dentro de cada uno de ellos existe un porcentaje de nuestra propia conciencia, arrepentirnos de haberlos creado, etc.

Entonces exclamaremos. ¿Pero qué está haciendo este yo? ¿Qué está diciendo? ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué me atormenta con su lujuria?, ¿con su ira?, etc.

Entonces veremos dentro de sí mismos todo ese tren de pensamientos, emociones, deseos, pasiones, comedias privadas, dramas personales, elaboradas mentiras, discursos, excusas, morbosidades, lechos de placer, cuadros de lascivia, etc., etc., etc.

Muchas veces antes de dormirnos, en el preciso instante de transición entre vigilia y sueño, sentimos dentro de nuestra propia mente distintas voces que hablan entre sí, son los distintos yoes que deben romper en tales momentos toda conexión con los distintos centros de nuestra máquina orgánica a fin de sumergirse luego en el mundo molecular, en la "Quinta Dimensión".


Es muy claro y no resulta difícil comprender, que cuando alguien empieza a observarse a sí mismo seriamente desde el punto de vista que no es uno sino muchos, comienza realmente a trabajar sobre todo eso que carga dentro.

Es óbice, obstáculo, tropiezo, para el trabajo de Auto-observación Íntima, los siguientes defectos psicológicos: Mitomanía (delirio de grandeza, creerse un Dios). Egolatría (creencia en un Yo Permanente; adoración a cualquier especie de Alter-Ego). Paranoia (sabiondez, auto-suficiencia, engreimiento, creerse infalible, orgullo místico, persona que no sabe ver el punto de vista ajeno).

Cuando se continúa con la convicción absurda que se es uno, que se posee un yo permanente, resulta algo mas que imposible el trabajo serio sobre sí mismo.

Quien siempre se cree Uno, nunca será capaz de separarse de sus propios elementos indeseables. Considerará a cada pensamiento, sentimiento, deseo, emoción, pasión, afecto, etc., etc., etc., como funcionalismos diferentes, inmodificables, de su propia naturaleza y hasta se justificará ante los demás diciendo que tales o cuales defectos personales son de carácter hereditario.

Quien acepta la Doctrina de los Muchos Yoes, comprende a base de observación que cada deseo, pensamiento, acción, pasión, etc., corresponde a este u otro yo distinto, diferente...

Cualquier atleta de la auto-observación íntima, trabaja muy seriamente dentro de sí mismo y se esfuerza por apartar de su psiquis los diversos elementos indeseables que carga dentro.

Si uno de verdad y muy sinceramente comienza a observarse internamente, resulta dividiéndose en dos: Observador y Observado.

¿Cómo podríamos observarnos a sí mismos si cometemos el error de no querer dividirnos entre observador y observado?

Si tal división no se produjera, es obvio que nunca daríamos un paso adelante en el camino del Auto-Conocimiento.

Indubitablemente cuando esta división no se sucede continuamos identificados con todos los procesos del yo pluralizado.

Quien se identifica con los diversos procesos del yo pluralizado, es siempre victima de las circunstancias.

¿Cómo podría modificar circunstancias aquel que no se conoce a sí mismo? ¿Cómo podría conocerse a sí mismo quien nunca se ha observado internamente? ¿De qué manera podría alguien auto-observarse si no se divide previamente en observador y observado?

Ahora bien, nadie puede empezar a cambiar radicalmente en tanto no sea capaz de decir: "Este deseo es un yo animal que debo eliminar"; "este pensamiento egoísta es otro yo que me atormenta y que necesito desintegrar"; "este sentimiento que hiere mi corazón es un yo intruso que necesito reducir a polvareda cósmica"; etc.

Naturalmente esto es imposible para quien nunca se ha dividido entre observador y observado. Quien toma todos sus procesos psicológicos como funcionalismos de un Yo único, individual y permanente, se encuentra tan identificado con todos sus errores, los tiene tan unidos a sí mismo, que ha perdido por tal motivo la capacidad para separarlos de su psiquis.

Obviamente personas así jamás pueden cambiar radicalmente, son gentes condenadas al más rotundo fracaso.


Si uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe empezar por observar su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de la vida.

No queremos decir con esto que no deba uno observarse a sí mismo diariamente, sólo queremos afirmar que se debe empezar por observar un primer día.

En todo debe haber un comienzo, y empezar por observar nuestra conducta en cualquier día de nuestra vida, es un buen comienzo.

Observar nuestras reacciones mecánicas ante todos esos pequeños detalles de alcoba, hogar, comedor, casa, calle, trabajo, etc., etc., etc., lo que uno dice, siente y piensa, es ciertamente lo más indicado.

Ante todo necesitamos comprender que somos personas-máquinas, simples marionetas controladas por agentes secretos, por yoes ocultos.

Tenemos gente de toda clase dentro de cada uno de nosotros, yoes de toda especie. Nuestra personalidad no es mas que una marioneta, un muñeco parlante, algo mecánico.

Cuando nos auto-observamos y no hacemos lo que tal o cual yo quiere, es claro que empezamos a dejar de ser máquinas.

Desgraciadamente vivimos diariamente una vida mecanicista, rutinaria, absurda. Repetimos sucesos, nuestros hábitos son los mismos, nunca hemos querido modificarlos, son el carril mecánico por donde circula el tren de nuestra miserable existencia, empero, pensamos de nosotros lo mejor...

Por donde quiera abundan los "mitómanos", los que se creen Dioses; criaturas mecánicas, rutinarias, personajes del lodo de la tierra, míseros muñecos movidos por diversos yoes; gentes así no trabajarán sobre sí mismos.

Evidenciar, experimentar y comprender es lo fundamental, sólo así es posible trabajar conscientemente para lograr un cambio radical.

Una persona es lo que es su vida. Eso que continúa mas allá de la muerte, es la vida. Este es el significado del libro de la vida que se abre con la muerte.

Mirada esta cuestión desde un punto de vista estrictamente psicológico, un día cualquiera de nuestra vida, es realmente una pequeña réplica de la totalidad de la vida.

De todo esto podemos inferir lo siguiente: Si un hombre no trabaja sobre sí mismo hoy, no cambiara nunca.

Cuando se afirma que se quiere trabajar sobre sí mismo, y no se trabaja hoy aplazando para mañana, tal afirmación será un simple proyecto y nada mas, porque en el hoy está la réplica de toda nuestra vida.

Esto es lo que se llama en psicología la "enfermedad del mañana". Mientras un hombre diga "mañana", nunca cambiará.

Necesitamos con urgencia máxima, inaplazable, trabajar sobre sí mismo hoy, no soñar perezosamente en un futuro o en una oportunidad extraordinaria.

Esos que dicen: "Voy antes a hacer esto o aquello y luego trabajaré". Jamás trabajarán sobre sí mismos, esos son los moradores de la tierra mencionados en las Sagradas Escrituras.

"¡Basta a cada día su afán!", dijo el Gran Kabir Jesús. Auto-observarnos hoy mismo, en lo tocante al día siempre recurrente, miniatura de nuestra vida entera.

Cuando un hombre comienza a trabajar sobre sí mismo hoy mismo, cuando observa sus disgustos y penas, marcha por el camino del éxito.

No sería posible eliminar lo que no conocemos. Debemos observar antes nuestros propios errores.

Esa repetición o recurrencia de eventos y palabras, merece ser estudiada, nos conduce al auto-conocimiento.

El hecho concreto y definitivo de que el trabajo íntimo empiece con la atención concentrada en la observación plena de sí mismo, es motivo mas que suficiente como para demostrar que esto exige un esfuerzo personal muy particular de cada uno de nosotros.

Quien no vive siempre en estado de Alerta Novedad, Alerta Percepción, pensando que está pensando, se identifica fácilmente con cualquier pensamiento negativo.

De resultas de esto, fortalece lamentablemente el poder siniestro del "yo negativo", autor del correspondiente pensamiento en cuestión.

Cuanto más nos identificamos con un pensamiento negativo, tanto más esclavos seremos del correspondiente "yo" que le caracteriza.

Esos "yoes negativos" y pendencieros se apoderan fácilmente de ciertos rollos mentales almacenados en nuestro centro intelectual y originan secuencialmente corrientes mentales nocivas y perjudiciales.

Si aceptamos esos pensamientos, esos "yoes negativos" que en un momento dado controlan nuestro centro intelectual, seremos entonces incapaces de librarnos de sus resultados.

Jamás debemos olvidar que todo yo negativo se auto-engaña y engaña, conclusión: miente.

Cada vez que sentimos una súbita pérdida de fuerza, cuando el aspirante se desilusiona de la Gnosis, del trabajo esotérico, cuando pierde el entusiasmo y abandona lo mejor, es obvio que ha sido engañado por algún yo negativo.

El yo negativo del adulterio, aniquila los nobles hogares y hace desgraciados a los hijos.

El yo negativo de los celos, engaña a los seres que se adoran y destruye la dicha de los mismos.

El yo negativo del orgullo místico engaña a los devotos del Camino y éstos, sintiéndose sabios, aborrecen a su Maestro o le traicionan.

El yo negativo apela a nuestras experiencias personales, a nuestros recuerdos, a nuestros mejores anhelos, a nuestra sinceridad, y mediante una rigurosa selección de todo esto, presenta algo en una falsa luz, algo que fascina y viene el fracaso.

Sin embargo, cuando uno descubre el "yo" en acción, cuando ha aprendido a vivir en estado de alerta, tal engaño se hace imposible.

Dentro de cada uno de nos existen muchos miles de individuos diferentes, sujetos distintos, yoes o gentes que riñen entre sí, que se pelean por la supremacía y que no tienen orden o concordancia alguna.

Si fuéramos conscientes, si despertáramos de tantos sueños y fantasías, cuan distinta sería la vida.

Más para colmo de nuestro infortunio, las emociones negativas y las auto-consideraciones y amor propio, nos fascinan, nos hipnotizan, jamás nos permiten acordarnos de sí mismos, vernos tal cual somos.

Creemos tener una sola voluntad cuando en realidad poseemos muchas voluntades diferentes. (Cada yo tiene la suya).

La tragicomedia de toda esta multiplicidad interior resulta pavorosa; las diferentes voluntades interiores chocan entre sí, viven en conflicto continuo, actúan en diferentes direcciones.

Si tuviéramos verdadera Individualidad, si poseyéramos Una Unidad en vez de una Multiplicidad, tendríamos también continuidad de propósitos, conciencia despierta, voluntad particular, individual.

Cambiar es lo indicado, sin embargo debemos empezar por ser sinceros con nosotros mismos.

Necesitamos hacer un inventario psicológico de sí mismos para conocer lo que nos sobra y lo que nos falta.

Es posible conseguir Individualidad, más si creemos tenerla tal posibilidad desaparecerá.

Es evidente que jamás lucharíamos por conseguir algo que creemos tener. La fantasía nos hace creer que somos poseedores de la Individualidad y hasta existen en el mundo escuelas que así lo enseñan.

Observarnos a sí mismos es urgente, inaplazable, impostergable. La auto-observación íntima es fundamental para el cambio verdadero.

¿Cuál es su estado psicológico al levantarse? ¿Cuál es su estado de ánimo durante el desayuno? ¿Estuvo impaciente con el mesero?, ¿con la esposa?, ¿por qué estuvo impaciente?, ¿qué es lo que siempre le trastorna?, etc.

Fumar o comer menos no es todo el cambio, más si indica cierto avance. Bien sabemos que el vicio y la glotonería son inhumanos y bestiales.

No está bien que alguien dedicado al Camino Secreto, tenga un cuerpo físico, excesivamente gordo y con un vientre abultado y fuera de toda euritmia de perfección. Eso indicaría glotonería, gula y hasta pereza.

La vida cotidiana, la profesión, el empleo, aunque vitales para la existencia, constituyen el sueño de la conciencia.

Saber que la vida es sueño no significa haberlo comprendido. La comprensión viene con la auto-observación y el trabajo intenso sobre sí mismo.

Son incontables los aspirantes deprimidos que por falta de poderes psíquicos y de iluminación intima, han renunciado al trabajo esotérico sobre sí mismos. Pocos son los que saben aprovechar las adversidades.

En tiempos de rigurosa tentación, abatimiento y desolación, uno debe apelar a la íntima recordación de sí mismo.

En el fondo de cada uno de nos está la Tonantzin azteca, la Stella Maris, la Isis egipcia, Dios Madre aguardándonos para sanar nuestro adolorido corazón.

Cuando uno mismo se da el choque del "Recuerdo de Sí", se produce realmente un cambio milagroso en todo él trabajo del cuerpo, de modo que las células reciben un alimento diferente.

La observación de sí mismo permite que penetre un rayo de luz en nuestro interior.

Cualquier "yo" se expresa en la cabeza de un modo, en el corazón de otro modo y en el sexo de otro modo.

Necesitamos observar al "yo" que en un momento dado hallamos atrapado, urge verlo en cada uno de estos tres centros de nuestro organismo.



En relación con otras gentes si estamos alertas y vigilantes como el vigía en época de guerra, nos auto-descubrimos.

¿Recuerda usted a qué hora le hirieron su vanidad?, ¿su orgullo? ¿Qué fue lo que más le contrarió en el día?, ¿por qué tuvo esa contrariedad?, ¿cuál su causa secreta? Estudie esto, observe su cabeza, corazón y sexo.

De ninguna manera podríamos negar la Ley de Recurrencia procesándose en cada momento de nuestra vida.

Resulta interesante observar la recurrencia diaria, la repetición de palabras y acontecimientos, para cada persona, etc.

Necesitamos no sólo conocer nuestro día, sino también la relación, con el mismo. Hay cierto día ordinario que cada persona experimenta directamente, excepto los sucesos insólitos, inusitados.

Ciertamente en cada día de nuestra existencia, existe repetición de eventos, estados de conciencia, palabra, deseos, pensamientos, voliciones, etc.

Es obvio que cuando uno no se auto-observa, no puede darse cuenta de esta incesante repetición diaria.

Resulta evidente que quien no siente interés alguno por observarse a sí mismo, tampoco desea trabajar para lograr una verdadera transformación radical.

Para colmo de los colmos hay gentes que quieren transformarse sin trabajar sobre sí mismos.

Dentro de nuestra persona viven muchas personas, nunca somos idénticos; a veces se manifiesta en nosotros una persona mezquina, otras veces una persona irritable, en cualquier otro instante una persona espléndida, benevolente, mas tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un santo, luego un embustero, etc.

Uno puede cambiar íntimamente, cuando de verdad consigue modificar sus reacciones ante los diversos hechos que le sobrevienen diariamente.

Empero no podríamos modificar nuestra forma de reaccionar ante los hechos de la vida práctica, sino trabajáramos seriamente sobre sí mismos.

Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, ser menos negligentes, volvernos mas serios y tomar la vida en forma diferente, en su sentido real y práctico.

Lo importante es ver luego como o de que manera puede uno cambiar esas reacciones; empero si creemos que somos buenas personas, que nunca nos comportamos en forma inconsciente y equivocada, nunca cambiaremos.

Empecemos por comportamos conscientemente durante una pequeña parte del día; necesitamos dejar de ser simples máquinas aunque sea durante unos minutos diarios, esto influirá decisivamente sobre nuestra existencia.

Un sólo momento, en que se está bastante consciente como para dejar de ser máquina, si se hace voluntariamente, suele modificar radicalmente muchas circunstancias desagradables.

Con respecto a la Gnosis, al Camino Secreto, al trabajo sobre sí mismo, nuestras tentaciones particulares se encuentran precisamente en los "yoes" que odian la Gnosis, el trabajo esotérico, porque no ignoran que su existencia dentro de nuestra psiquis está mortalmente amenazada por la Gnosis y por el trabajo.

Cuando un hombre comienza a observarse detenidamente a sí mismo, desde el ángulo de que no es Uno sino Muchos, obviamente ha iniciado el trabajo serio sobre su naturaleza interior.

Cualquier contrariedad, cualquier incidente, puede conducirnos mediante la auto-observación íntima, al descubrimiento de un "yo", ya sea éste de amor propio, envidia, celos, ira, codicia, sospecha, calumnia, lujuria, etc.

Necesitamos conocernos a sí mismos antes de poder conocer a los demás. Es urgente aprender a ver el punto de vista ajeno.

Si nos ponemos en el lugar de los demás, descubrimos que los defectos psicológicos que a otros endilgamos, los tenemos muy sobrados en nuestro interior.

Amar al prójimo es indispensable, mas uno no podría amar a otros, si antes no aprende a ponerse en la posición de otra persona en el trabajo esotérico.

La crueldad continuará existiendo sobre la faz de la tierra, en tanto no hayamos aprendido a ponernos en el lugar de otros.

Mas si uno no tiene el valor de verse a sí mismo, ¿cómo podría colocarse en el lugar de otros?

¿Por qué habríamos de ver exclusivamente la parte mala de otras personas?

La antipatía mecánica hacia otra persona que por vez primera conocemos, indica que no sabemos ponernos en el lugar del prójimo, que no amamos al prójimo, que tenemos la conciencia demasiado dormida.

¿Nos cae muy antipática determinada persona?, ¿por que motivo?, ¿tal vez bebe? Observémonos... ¿Estamos seguros de nuestra virtud?, ¿estamos seguros de no cargar en nuestro interior el "yo" de la embriaguez?

Mejor seria que al ver un borracho haciendo payasadas dijéramos: "Este soy yo, que payasadas estoy haciendo".

Es usted una mujer honesta y virtuosa y por ello le cae mal cierta dama; siente antipatía por ella, ¿por qué? ¿Se siente muy segura de sí misma? ¿Cree usted que dentro de su interior no tiene el "yo" de la lujuria? ¿Piensa que aquella dama desacreditada por sus escándalos y lascivias es perversa? ¿Está usted segura de que en su interior no existe la lascivia y perversidad que usted ve en esa mujer?

Mejor sería que se auto-observase íntimamente y que en profunda meditación ocupase el lugar de aquella mujer a quien aborrece.

En el trabajo sobre sí mismo no existe nada despreciable. Cualquier pensamiento por insignificante que sea, merece ser observado. Cualquier emoción negativa, reacción, etc., debe ser observada.

En la interrelación existe auto-descubrimiento y auto-revelación. Quien renuncia a la convivencia con sus semejantes, renuncia también al auto-descubrimiento.

Cualquier incidente de la vida por insignificante que parezca, indubitablemente tiene por causa un actor íntimo en nosotros, un agregado psíquico, un "yo".

El auto-descubrimiento es posible cuando nos encontramos en estado de alerta percepción, alerta novedad.

"Yo" descubierto in fraganti, debe ser observado cuidadosamente en nuestro cerebro, corazón y sexo.

Un yo cualquiera de lujuria podría manifestarse en el corazón como amor, en el cerebro como un ideal, más al poner atención al sexo, sentiríamos cierta excitación morbosa inconfundible.

Primero: se observa. Segundo: se enjuicia. Tercero: se ejecuta.

A los espías en la guerra, primero se les observa; segundo se les enjuicia; tercero se les fusila.




(Extraído de la conferencia “El Cristo Cósmico y la Semana Santa”)

Yo quiero que entiendan, mis queridos hermanos gnósticos, esta noche, la necesidad de aprender a observarse a sí mismos, a verse a sí mismos. Pero hay que saberse observar, porque una es la observación mecánica y otra es la observación consciente.

Alguien que conociera por primera vez nuestras enseñanzas diría: “¿Pero qué gano con observarme? ¡Esto es aburridor! He visto que tengo ira, he visto que tengo celos ¿Y qué?”

¡Claro está que así es la observación mecánica! Nosotros necesitamos observar lo observado. Repito: Necesitamos observar lo observado, y esto ya es observación consciente de nosotros mismos.

La observación mecánica de sí mismos no nos conducirá jamás a nada, es absurda, inconsciente, estéril. Necesitamos la auto-observación consciente de sí mismos. Sólo así, verdaderamente, podremos auto-conocernos para trabajar sobre nuestros defectos.

¿Que sentimos ira en un instante dado? ¡Vamos a observar lo observado!, la escena de la ira. No importa que lo hagamos más tarde, pero vamos a hacerlo. Y al observar lo observado, lo que vimos en nosotros, sabremos si realmente fue ira o no fue ira, porque pudo haberse provocado algún síncope nervioso que tomamos por ira.

¿Que de pronto fuimos invadidos por los celos? ¡Pues vamos a observar lo observado! ¿Qué fue lo que observamos? ¿Tal vez que la mujer estaba con otro tipo? ¿Y si es mujer, tal vez vio a su hombre con otra mujer y sintió celos? En todo caso, muy serenamente y en profunda meditación, observaremos lo observado para saber si realmente existió o no existió los celos.

Al observar lo observado, lo haremos a través de la meditación, y de la auto-reflexión evidente del Ser. Así, esa observación se torna consciente.

Cuando uno se hace consciente de tal o cual defecto de tipo psicológico, puede trabajarlo con el Fuego. Tendría uno que concentrarse en Stella Maris (María, Tonantzin, Rea, Cibeles, Marah, etc.). Ella es una parte de nuestro propio Ser, pero derivado. Es la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes, la Cobra Sagrada, Fuego Ardiente. Ella con sus Poderes Flamígeros, podrá desintegrar el defecto psicológico, el agregado psíquico que nosotros hallamos auto-observado conscientemente. Y es obvio, que a su vez la Esencia o Fuego embotellado en el agregado psíquico que desintegremos, resplandecerá, será liberado, y a medida que vayamos desintegrando los agregados, los porcentajes de Esencia, que es Fuego Crístico, se multiplicarán; y un día, el Fuego resplandecerá dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.